26 de octubre de 2023

La deconstrucción de una tarta de cerezas

 

 

 

 Foto de Jordane Mathieu en Unsplash

 

Lectura no recomendada para hipocondriacos

 Historia Química de una Tarta de Cerezas

Algunos autores estiman que en la prehistoria nuestra dieta era muy variada con alrededor de 5000 alimentos naturales diferentes, entre raíces, hojas, líquenes, flores, frutos secos, frutas, setas, insectos, animales, peces, moluscos, algas, …. y ninguna sustancia química de síntesis. En la actualidad, y “gracias” a la globalización, no llegamos ni de lejos a los 100 alimentos naturales diferentes. Mientras que, hay permitidas alrededor de 5000 sustancias químicas de síntesis que entran a formar parte de nuestros alimentos en forma de aditivos y restos de pesticidas.

Claude Bourguignon, ingeniero agrónomo, doctor en ciencias y director del laboratorio belga de Análisis Microbiológicos del Suelo, ha llevado a cabo un análisis de una tarta de producción industrial, de las que se encuentran habitualmente en los supermercados. Analizó una de estas tartas componente por componente y describió los tratamientos a los que estos fueron sometidos hasta llegar a los estantes del comercio.

 I Historia de la masa

La harina:

Los granos de trigo han sido bañados en un fungicida antes de sembrarlos. Durante el cultivo, el trigo ha recibido de dos a seis tratamientos de pesticidas según los años, un tratamiento de hormonas para reducir los tallos a fin de evitar el encamado y una dosis importante de abonos (mineral): 240 kg de nitrógeno, 100 kg de fósforo y 100 kg de potasio (NPK) por hectárea. En el silo, después de la recolección, los granos se fumigan con tetracloruro de carbono y con bisulfito de carbono, después son regados con clorifosmetil. Para la molienda, la harina recibe cloruro de nitrosil y luego ácido ascórbico, harina de habas, gluten y amilasa.

El polvo impulsor: Tratado con silicato de calcio y almidón, blanqueado con permanganato de potasio. Las materias grasas reciben un antioxidante como el hidroxitolueno de butilo y un emulsionante tipo lecitina.

 II Historia de la crema

Los huevos:

Proceden de una ganadería industrial donde las ponedoras son alimentadas con gránulos que contienen antioxidantes (del E300 al E311), aromas, emulsionantes como el alginato de calcio, conservantes como el ácido fórmico, colorantes como la capsanteína, agentes adicionantes como el lignosulfato y finalmente estimulantes del apetito como el glutamato de sodio para que los animales puedan tragarse todo eso. Reciben además antibióticos y, particularmente, anticoccidianos. Los huevos, antes del secado, reciben emulsionantes, agentes activos de superficie como el ácido cólico y un encima para retirar el azúcar de la clara.

La leche: Proviene de una ganadería industrial en la que las vacas reciben una alimentación rica en productos químicos: antibióticos como el flavofosfolipol (E712) o el monensinsodio (E714), antioxidantes como el ascorbato de sodio (E301), el alfatocoferol sintético (E307), el butilhidroxitolueno (E321) o la etoxiquina (E324), emulsionantes como el alginato de propilen-glicol (E405) o el polietilen-glicol (E496), conservantes como el ácido acético, el ácido tartárico (E334), el ácido propiónico (E280) y sus derivados (E281 a E284), compuestos nitrogenados químicos como la urea (E801) o el diuredo-isobutano (E803), agentes adicionantes como el estearato de sodio, colorantes como el E131 o el E142 y, finalmente, estimulantes del apetito como el glutamato de sodio para que las vacas puedan tragar todo eso.

Los aceites:

Se extraen mediante disolventes como la acetona y después se refinan mediante ácido sulfúrico, luego se lavan en caliente, se neutralizan con lejía, se decoloran con bióxido de cloro o bicromato de potasio y se desodorizan con cloruro de zinc a 160ºC.

Finalmente, se recolorean con curcumina.

La crema: Una vez obtenida recibe aromas y estabilizantes como el ácido algínico (E400).

 III Historia de las cerezas

Las cerezas han recibido entre diez y cuarenta tratamientos con pesticidas, según el año.

Son decoloradas con anhídrido sulfuroso y recoloreadas de forma uniforme con ácido carmínico o con eritrosina. Son sumergidas en una salmuera que contiene sulfato de aluminio y después reciben un conservante como el sorbato de potasio (E202), finalmente son barnizadas con un azúcar procedente de remolachas que, como los trigos, han recibido sus dosis de abonos y pesticidas. El azúcar se extrae mediante calor y con el uso de anhídrido sulfuroso, luego se decolora con sulfoxilato de sodio y luego se refina con negro animal y con alcohol isopropílico. Finalmente se azulea con azul de antraquinona.

No nos queda más que desearles buen provecho.

Esto es un extracto (sic) de la publicación de Cesar Lema “cocinar con bellotas en la era post – petrolera”.

Agobia verdad. Esto sería desolador si solamente por un acto de fe y confianza no aportáramos nada más, porque el que cree, que alternativa puede tener, que puede hacer. Como se podría alimentar entonces.

La información es esta, muy contundente y la venimos ingiriendo desde hace muchos años. También es cierto que muchos de los efectos perniciosos no son inmediatos y desconocemos su efecto real en el tiempo. Esto no justifica su utilización indiscriminada. Podemos llegar a un mejor equilibrio para cubrir las necesidades alimentarias humanas.

La idea es una llamada de atención para ir convergiendo hacia una alimentación; Como se decía al principio, más natural y con menos sustancias químicas de síntesis que entran a formar parte de nuestros alimentos en forma de aditivos y restos de pesticidas.

Apostar por alimentos mas naturales y sanos no nos garantizan ausencia de enfermedades. Pero probablemente podemos evitar o minimizar algunas de ellas. No olvidar que somos impermanentes. Aceptarlo ya es un buen paso.

 

csl

 

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