Aunque
es la típica expresión resultado de una traducción literal de otro idioma y que
nos cuesta encontrarle sentido en el nuestro, tiene mucha importancia porque son
las habilidades que debemos incorporar a nuestro acervo con objeto de adquirir
competencias autónomas para manejarnos en la búsqueda de la información.
Reflexiones de Félix Benito Morales, XIV Jornadas
Bibliotecarias de Andalucía. Antequera (Málaga) 15 al 17 de marzo de 2007.
La competencia informacional es común a todas las
disciplinas, a todos los entornos de aprendizaje, a todos los niveles de
educación. Por tanto podemos considerarla
como una disciplina transversal, teniendo en cuenta, “el aprendizaje a lo largo
de la vida”, incorporando como alumnos personas de edades diversas todas ellas
en el marco del ámbito laboral, 40,50, 60,…años.
Permite a los aprendices dominar el contenido y ampliar
sus investigaciones, ser más autónomos y asumir un mayor control en su propio aprendizaje.
Competencia informacional:
Según la Association
of College & Research Libraries - Information Literacy Competency Standars.
Se puede definir la competencia informacional como la
adquisición por parte del estudiante de las habilidades siguientes:
-El estudiante busca la información que necesita.
-El estudiante analiza y selecciona la información de
manera eficiente.
-El estudiante organiza la información adecuadamente.
-El estudiante utiliza y comunica la información
eficazmente de forma ética y legal, con el fin de construir conocimiento.
El concepto de aprendizaje permanente o a lo largo de la
vida (lifelong learning) amplía la significación debido al difícil y cambiante
mercado laboral y el constante desarrollo de la ciencia y la técnica, el
aprendizaje permanente se está convirtiendo en un modo de vida, en una actitud
interiorizada y habitual de plantearse interrogantes y buscar respuestas o
alternativas, de procesar información y convertirla en conocimiento, que
tenemos todos que asumir como algo propio de nuestra época.
La alfabetización informacional es un concepto integrador
de los alfabetismos necesarios para formar a los ciudadanos en el aprendizaje a
lo largo de la vida, e implica el desarrollo de las habilidades y estrategias
en el acceso a la información, y su manejo eficaz. Supone, en pocas palabras,
un proceso de instrucción cuya finalidad esencial es que un individuo sea capaz
de resolver problemas y tomar decisiones, mediante la búsqueda, comprensión,
evaluación y comunicación de información. Por tanto, ALFIN es más que la
memorización de nuevos conceptos relacionados con la información, y mucho más que
la formación en el manejo de nuevas tecnologías. Es un paradigma teórico
orientado a potenciar las buenas prácticas de modelos formativos para aprender
a aprender, en espacios educativos formales o no formales, como las
bibliotecas. Sin duda ha perdido relevancia la selección de los contenidos
curriculares y ha ganado importancia la manera en cómo se enseñan; va perdiendo
relevancia la memorización de conceptos y hechos, y va ganando importancia cómo
el aprendiz va adquiriendo autonomía, va modelando un pensamiento crítico, va
interiorizando una necesidad vital de cuestionar razonamientos, hacerse
preguntas y buscar respuestas. En este sentido, un aspecto significativo de la
ALFIN, es el desarrollo de las denominadas estrategias de aprendizaje, que se
definen como un sistema personal de planificar y supervisar lo que se hace para
aprender, de lo que se hace en tareas complejas que conllevan el manejo de
información.
Educación
en valores:
ALFIN lleva además una gran carga de educación en
valores:
- En primer lugar, para potenciar actitudes y
comportamientos éticos relacionados con la información, con temas como el
plagio o la propiedad intelectual, así como la valoración y respeto de su
personal y sus espacios.
- En segundo lugar, para facilitar y mejorar las
relaciones interpersonales, mediante el aprendizaje de nuevas formas de
comunicación y difusión de ideas, como los servicios de mensajería electrónica
o los blogs, siendo conscientes de los peligros de Internet.
- Y en tercer lugar, para desarrollar hábitos y actitudes
que mantengan la inquietud por aprender cuando una persona haya terminado su
formación obligatoria. Creo que hoy en día, todos somos conscientes de la
importancia de los factores emocionales en el aprendizaje, de la necesidad de
fomentar una autoestima positiva en el aprendiz, una autoconfianza en las
propias capacidades, para que tenga ilusión por aprender. Muchos de los
estudiantes estudian para aprobar, no para aprender; no sienten curiosidad por
saber más de los temas de las asignaturas, ni sienten la necesidad de consultar
otros libros o materiales, a no ser que les obligue el profesor; No valoran la
importancia de tener otros puntos de vista sobre lo que aprenden, y aceptan
afirmaciones o argumentos sin pedir razones o justificaciones. No son
conscientes de la importancia de la organización de la información en la
sociedad, ni tampoco suelen tener hábitos o recursos para la organización
personal.
Por ello, dos reconocidos psicopedagogos, Carles Monereo
Font y José Ignacio Pozo Municio, en un Decálogo para el Futuro que publicaron
en la Revista Cuadernos de Pedagogía en enero de 2001, resumían las diez
competencias educativas que consideraban básicas para vivir en la sociedad del
conocimiento, en dos, simples de enunciar, pero difíciles de conseguir:
- Deberás conocerte a ti mismo, saber lo que sabes y lo
que desconoces, lo que puedes y no puedes hacer, lo que quieres y lo que no,
porque sólo así podrás superarte.
- Deberás quererte a ti mismo, valorarte y estimarte,
pero también exigirte, porque sólo así los demás te querrán, te valorarán y te
estimarán, y de esta manera también podrás superarte.
Es decir, - “conócete y quiérete” – o en formato
académico desarrolla tu metaconocimiento y tu autoestima.
Pensamiento, Información y Valores, es decir, aprender a
pensar, aprender a informarse y aprender a vivir: aprender a pensar para
aprovechar los recursos mentales para procesar y transformar la información en
conocimiento; aprender a informarse para conocer las técnicas y utilizar las
herramientas tecnológicas que facilitan la localización, manejo y comunicación
de la información; y aprender a vivir, para ser consciente de las necesidades y
retos de la sociedad de la información, adquirir hábitos y actitudes que nos
permitan afrontarlos y desarrollar una ciudadanía activa.
Creo que son muchos los contenidos que pueden integrarse
en un proyecto de ALFIN, dado que tienen cabida todos aquellos que facilitan el
desarrollo personal, académico y profesional de una persona en la sociedad de
la información, desde la educación infantil hasta la educación universitaria,
así como en segmentos de la población fuera de las instituciones educativas
formales.
Pero la principal dificultad en el desarrollo de un programa
ALFIN no está en la concreción de objetivos, sino en el diseño y desarrollo de
actividades, adaptadas a las características psicológicas, niveles de
conocimientos e intereses, de los diferentes segmentos de la población. No es
lo mismo enseñar a leer y escribir a un niño de cuatro años, que a una persona
de sesenta, o a una persona extranjera. Se requieren diferentes estrategias de
motivación, diferentes contenidos temáticos, y diferentes recursos.
Ejemplo
de curso ALFIN:
A continuación les describo una propuesta de diseño de
curso para llevar a cabo en la biblioteca, de forma presencial, y que pretende
desarrollar competencias en el manejo de información. Tiene las siguientes
fases:
1. Selección de un segmento de la población con
necesidades específicas de alfabetización, y que consideremos que no disponen
en la localidad, de una oferta instructiva en instituciones educativas formales.
2. Búsqueda, si lo consideramos conveniente, de aliados o
personal colaborador. Creación de un equipo de trabajo multidisciplinar.
3. Búsqueda de documentación y/o experiencias similares
para la recogida de ideas y materiales.
4. Planificación, mediante una tabla o plantilla, de las variables básicas en un proceso de
aprendizaje: objetivos, contenidos temáticos, recursos y criterios de
evaluación.
5. Determinación de las actividades del programa en cinco
módulos, desde la perspectiva del aprendizaje estratégico:
- Arranque instructivo: en esta primera fase, se pretende
sensibilizar a los usuarios sobre los nuevos aprendizajes, y orientarles sobre
el desarrollo del programa. Se comienza con una presentación de los
participantes y una reflexión en grupo sobre sus necesidades formativas, sobre
lo que esperan aprender, de manera que el mediador pueda determinar los conocimientos
previos de que disponen los aprendices
sobre el tema. Después se les explican los objetivos y las diferentes partes
del programa que van a llevar a cabo, y se les enseñan y se describen (si no
los conocen) los espacios donde se va a desarrollar. Por último se les entrega
una carpeta con los datos y el calendario del curso, la documentación y textos
seleccionados, así como una plantilla con diferentes ítems, para que lleven un
control de sus avances en el aprendizaje, y les sirva al final del curso de
autoevaluación.
- Desarrollo cognitivo-lingüístico: Este segundo módulo
tiene numerosas posibilidades, dependiendo de la edad, las características y
las necesidades de los usuarios. A partir de los documentos incluidos en la
carpeta, podemos trabajar las ideas
básicas del programa, mediante el desarrollo de técnicas de mejora de la
comprensión lectora, que les sirva para entender el vocabulario, seleccionar
las ideas principales, y elaborar resúmenes o mapas conceptuales. Asimismo, en
este módulo se puede reflexionar sobre
los pasos necesarios para conseguir un buen aprendizaje, utilizando alguno de
los múltiples modelos de procesos de solución de problemas, como Big6 skills,
BigBlue, o el esquema de la OSLA (Ontario School Library Association).
- Formación documental-tecnológica: En este tercer
módulo, el mediador explica y realiza de forma práctica, los nuevos
procedimientos o las técnicas específicas del programa para el manejo de
información; posteriormente los usuarios realizan prácticas guiadas, bajo la
supervisión del mediador.
- Trabajo por proyectos: En este módulo los usuarios
aplican los nuevos aprendizajes, realizando un proyecto, de forma individual
o cooperativa, relacionado con sus
intereses.
Para ello planifican las fases de su proyecto, localizan
y seleccionan información, sacan sus conclusiones y elaboran un trabajo, para
posteriormente exponerlo a sus compañeros, con diversos recursos.
- Evaluación: En este último módulo, se hace una valoración, tanto del proceso de
aprendizaje, utilizando las plantillas de autoevaluación de los aprendices, así
como de los conocimientos y las competencias adquiridas, mediante una prueba o
cuestionario, o simplemente valorando los trabajos realizados a lo largo del
programa. Para acabar el programa, los aprendices difunden su experiencia
mediante los medios de que se disponga en la biblioteca: paneles informativos,
foros, revistas, blogs o páginas web.
Esta
propuesta de curso o iniciativas similares son adecuadas como apoyo al recurso
digital de documentalista.
Félix Benito Morales
XIV Jornadas Bibliotecarias de Andalucía. Antequera
(Málaga) 15 al 17 de marzo de 2007
Más que palabras: las bibliotecas motor de transformación
social.
El texto en cursiva son comentarios aportados por csl.
csl.
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