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Un artículo
de “Muy interesante” sobre las investigaciones sobre los telómeros de María
Blasco y su equipo en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO),
realizado por Luis Miguel Ariza.
Dice el
entrevistador que Blasco mantiene intacta su capacidad de maravillarse cuando en
la conversación surgen palabras como inmortalidad y envejecimiento. O cuando
salen a relucir la extraña naturaleza de las células cancerosas y las cartas
genéticas que nos son dadas en el momento de nuestra concepción. Pero quizá dos
palabras basten para definir su carrera como investigadora: los telómeros y la
telomerasa. Explicaremos brevemente que significan.
Si el
ADN fuera equivalente a un cordón de zapato, los telómeros serían como los
capuchones de plástico que evitan que se deshilachen las puntas. Del
mantenimiento de estas protecciones cromosómicas se encarga la enzima telomerasa,
que alarga así la vida de la célula. En un reciente experimento Blasco y su
equipo lograron desarrollar ratones con telómeros extralargos sin alterar sus
genes; confirieron a los animales el pasaporte a una existencia más longeva y mas
alejada de las dolencias inherentes al paso del tiempo, como el cáncer.
Hay
tres conceptos que forman parejas de baile un tanto enigmáticas: la
inmortalidad, el cáncer y el envejecimiento. ¿Como se entienden desde la
biología?
Las
células sanas son mortales: tienen una capacidad de dividirse limitada, y
sucede porque se acortan sus telómeros esto propicia que la célula deje de
multiplicarse y entre en lo que se denomina senescencia celular. Las
cancerosas, sin embargo, son capaces de mantener largos dichos telómeros, lo
cual les confiere la inmortalidad.