Más allá de si está separada, divorciada, en gananciales o
en lo que sea, uno primero es persona.
Y a qué persona con su propia dignidad y la de su cargo
permite a su conciencia y forma de ser, que le paguen algo tan privado y
personal, como la fiesta de comunión de sus hijos.
Y dice que tiene facturas, entonces está perdida, pues sabrá
que esas facturas ella no las ha pagado. Porque las cuentas si las llevará bien.
Ya tenemos precedentes de habérsele colado un Jaguar en su garaje. Y no sabemos como ha venido.
Todo esto da pie a especular con lo que habrá podido recibir
y no conocemos. Esto es lo que destroza cualquier intento de justificación y
transparencia. Recordáis lo de que, además de serlo hay que parecerlo. Que
lejos andamos de esto.
Sin complicaciones, La sra. ministra debe dimitir porque no es merecedora del
cargo que ostenta.
csl.
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