Un dicho ya citado ¡Dios nos libre del día de las
alabanzas!, parecía ser suficiente para ilustrar la hipocresía camuflada de admiración
de la post mortem, pero nos superamos día a día.
Vamos a tener que empezar a decir. ¡Dios nos libre del
día de los Gabo y Madiba!. Con que frescura entran en la intimidad de
importantes personas al mismo nivel que sus más próximos como si estuvieran allí
desde siempre y lo hacen desde el descaro por la proximidad y colegueo. Parece
que apostados, esperan el momento en el que no pueden ser contestados por los
interesados para formar parte de la familia.
csl.
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