Agradecer a Laura Álvaro el post de su blog en -A La
pizarra- que transcribo a continuación.
¿Cómo aprenden nuestros niños? ¿Cuál es el mejor método
para transmitir conocimientos? Hace algunas semanas hablábamos sobre las
inteligencias múltiples. En esta misma línea, Cody Blair desarrolló la Pirámide
del Aprendizaje, a través de la que quedan reflejadas las técnicas más eficaces
para aprender, técnicas que, curiosamente, no están tan presentes como deberían
en nuestras aulas.
Las clases magistrales –es decir, aquellas en las que la
comunicación es unidireccional, el profesor de turno habla y los alumnos
escuchan- siguen siendo una realidad demasiado extendida en todos los niveles
educativos de nuestro sistema educativo. Sin embargo, si prestamos atención a
la Pirámide del Aprendizaje, podemos apreciar que con la escucha (o como se
recoge en el gráfico, la conferencia) solo retenemos el 5% de la información.
Si seguimos avanzando, encontramos que el siguiente parámetro es la lectura,
otra de las técnicas presentes en las aulas españolas. Aunque algo más efectiva
–para leer siempre es necesaria una mayor atención que para escuchar-, tan solo
hemos incrementado un 5%.
Quizás la tercera técnica que aparece reflejada en la
Pirámide es una de las incorporaciones recientes que más han calado en nuestros
centros educativos. Los recursos audiovisuales son una realidad desde hace unos
años. Los docentes son conscientes de su utilidad, y la Pirámide del
Aprendizaje la corrobora. Es fácil de entender que será más sencillo retener
información que vemos y escuchamos al mismo tiempo, que aquella que solo
escuchamos o leemos. Estas tres técnicas, de menos a más innovadora, podríamos
calificarlas de pasivas. Y no es casualidad que sean las que menor retención
conllevan, ya que la implicación que supone una técnica más activa es muy
positiva para el aprendizaje.
La demostración de un contenido le supone al alumno una
inicial interiorización del mismo, por lo menos parcialmente. Es por ello que
técnica como la Flipped classroom –que veíamos en la entrada anterior- suponen
una mayor retención de información que una clase tradicional. Recordemos que
los docentes que emplean esta metodología piden a sus alumnos que trabajen la
teoría en casa para luego en clase ponerla en común y realizar ejercicios
prácticos al respecto.
Llegando al 50% de la retención de los contenidos
encontramos la discusión en grupo. Aunque es una práctica algo complicada en
grupos numerosos, ya que mantener el control a veces puede resultar difícil, su
efectividad es una realidad. Una manera de ponerla en práctica sin que la clase
se vuelva un caos puede ser la realización de un feedback constante, en la que
el docente intenta implicar a los alumnos, solicitando su opinión sobre la
materia estudiada. De esta manera, estamos convirtiendo una escucha pasiva en
un ejercicio de reflexión que requiere una mayor atención y un mayor esfuerzo
por parte del alumno.
Las dos últimas técnicas que refleja la Pirámide del
Aprendizaje pueden ir de la mano. Tanto la puesta en práctica como el enseñar a
otros conllevan una comprensión total de los contenidos a estudiar. La primera
puede ser útil para conceptos de tipo experimentales. Y es que, por ejemplo,
será mucho más sencillo entender el teorema de Pitágoras si averiguamos una
distancia real con un fin determinado que no haciendo problemas ficticios. Por
último, el enseñar a otros –o como lo hemos definido en otras ocasiones: el
aprendizaje entre iguales-, requiere una comprensión del contenido casi total,
porque sino ¿cómo vamos a enseñar algo que no comprendemos?
Una vez más, queda evidente que las rutinas de clase
deben ser reinventadas. Afortunadamente, cada día son más comunes las
experiencias educativas innovadoras, que reflejan todas estas teorías
pedagógicas. Sin embargo, todavía nos queda camino por recorrer para conseguir
esta tan ansiada educación de calidad.
Prácticamente de obligada difusión, el deseo de que muchos docentes tomen buena nota de la estrategia.
csl.
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