Después de una campaña electoral en la que se supone se
explican las intenciones de lo que se piensa hacer y no hacer, en ocasiones en
términos rotundos, con un gran énfasis y poder de convicción, el PP convenció
el pasado 20 de Noviembre a una importante franja de electores, de que su
opción, aparentemente fácil, nos metería en la senda de la solución.
Este plus de apoyo permitió una mayoría absoluta y así no
depender de distorsiones externas.
Bastaron 100 días para que el gobierno constituido del PP
descubriera a Europa y a los Mercados.
No sé si será peor tener la convicción de que por el simple
hecho de llegar se relajarían las tensiones que mantienen los mercados con la
“confianza” en España, por la ignorancia que supone, o tomar las decisiones que
se han tomado que no relajan ni a los mercados ni a los españoles.
Subir impuestos, rebajar el marco universal de acceso a la
educación, sanidad y dependencia, tomar decisiones de cara a combatir el paro
que profundiza más en el problema, …
Todo ello con un horizonte de esperanza en el futuro cerrado
e incierto. Parece una carrera sin fin en la que cada Viernes se espera la
nueva novedad dolorosa, negativa, que parece que no resuelve nada y hunde cada
vez más a los ciudadanos en la desesperanza, siguiendo un guión germánico que
aprovecha una crisis para lograr una convergencia pendiente a costa de los
inocentes ciudadanos.
Ya no pueden invocar su mayoría absoluta como derecho para
tomar decisiones sin consenso, la han perdido, porque han mentido y han
ocultado sus verdaderas intenciones.
Pero no hay que desesperar, ahora vuelve a valer, “Siempre
nos quedará Paris”.
Csl.
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