19 de octubre de 2012

Mis primeras experiencias.



Se formó el concepto de mí de dos partes que se ansiaban, y en un instante se desencadenó la inevitabilidad de la naturaleza de mi vida, ambas con la inicialización de los programas que van a permitir que sea yo quien soy.

Sensaciones extremadamente delicadas y débiles, poco definidas, burdas en su calidad pero arrolladoras en principio. Es la salida del viaje de la vida en el cuerpo que aún se está formando y que lenta y vertiginosamente avanza a su fin. Poco a poco vamos incrementando nuestro poder sensorial y consciente; nos acercamos al exterior preparándonos para un gran paso, la vida libre.

Debí sentir la única y desagradable sensación de haber hecho algún esfuerzo extraordinario y notar la presencia de cuerpos duros así como una terca gravidez me pegaba siempre hacia el suelo. Una tenue claridad al principio y después fuerte, percibían mis ojos, y aquel obstinato constante se había interrumpido sobresaltándome ahora por los bruscos y desacompasados ruidos que llegaban  mis oídos. Físicamente estaba en en la etapa más delicada y sensible de mi vida. Noté por primera vez como mi piel se había secado, lo que hacía un momento hubiera sido algo inédito, que el aire entrara en mis pulmones, ahora ya era un mecanismo automático  apenas imperceptible y tanta y tanta sorpresa, es que….. ¡Había nacido¡….. y amaneció un nuevo día con su frio velo de bruma en constante lucha con el rey del día, que aquí donde estoy ahora, pierde muchas veces la batalla, y un olor suave y penetrante invade la realidad de la vigilia.

A intervalos regulares en el tiempo, una magnitud todavía incomprensible, comencé a experimentar mis dos primeras sensaciones antagónicas, la presencia de mi madre que tanto sosiego y felicidad me daba y la ausencia de la misma con su frio y esquinado mundo. Quizás fue mi primera sensación razonada.

Me encontraba en un mundo mas incómodo que el de antes, aquí nacieron  mis necesidades que me producían un reflejo en la garganta que me obligaba a gritar en un irritante y desasosegado llanto que solo era calmado con el seguro y preciso ritmo de los latidos de un corazón que de sobra era conocido para mí, y de un suave, cliente y húmeda piel que abrazaba, colmándome de gozo y me permitía sumergirme en el mundo de mi mente donde los circuitos de las pautas de conducta pasan de ser un esbozo para convertirse en una magna obra de ingeniería creativa que nos condicionará siempre.

Me asustaba de mis propios gritos, temía al vacío, hacia ruido en silencio, ¡Me sentía vivo!, tuve frio y me producía  inquietud que intentaba evitar con algún movimiento.

Lentamente el automatismo que me procuraba mis actos reflejos fue aflojando su presión y comenzó el débil empuje de la decisión inconsciente, pero ya decisión.

Aquellas sombras grandes y pequeñas se fueron matizando aún en un mundo de blanco y negro y aparecieron las formas, aquellos ruidos todos iguales, desconocidos, se hicieron más fuertes o más débiles, aquellas pieles más calientes se tornaron ásperas o suaves, ¡Iba creciendo!.......

Mi empapada boca derramaba precioso liquido claro, suave y amargo que tanto me agradaba provocándome el primer solapamiento del placer anulando el dolor que me ocasionaba la acción de mamar en los labios.

Me acostumbré a aquel olor peculiar y me costaba separarme de él hasta que aquel satisfecho sueño, en un instante, se apoderaba de mí y me hacía revivir todas mis enormes experiencias que atónito veía pasar por su ventana.

Mi circuitería crecía basándose en datos recibidos, datos propios que entraban por mis periféricos, me debí sentir responsablemente importante y cuanto más se completaba, más descubrimientos, más datos recibidos,…….

Algo se debió esbozar en mi mente en forma de tiempo cuando aquellos deseos convertidos en necesidades que no se saciaban, se repetían y mantenían viva otra experiencias igual, debí aprender a recordar, debí aprender a comparar.

Nunca me preocupé de mí, aunque me sentía, me limitaba a vivir asombrandome de la vida misma. Aquella formada sombra que apoyada en su olor y en su tacto tanto me regocijaba, pronto aprendí a diferenciarla y cuando con ella estaba , algo mágico y palpable flotaba, ¡Era mi madre!.

Crecí mediante procesos enormemente laboriosos, absorbiendo toda la información que tenía a mi alcance.. Mi mundo equinado, frio y duro, mis sombras si forma, mis ruidos sin tono, mis pieles ásperas, se opusieron mediante esta exasperante terquedad por acercarme al entorno suave, caliente, nítido y redondo; quizás fue mi primera lucha que no acabará jamás hasta después del acto de morir.

Esta etapa nebulosa donde se encuentran las primeras experiencias aprisionadas por el caudal de las experiencias conscientes e influyentes en la consecución de la vida; pugné por alcanzarla bajando por la oscuridad y encendí la luz curiosa para verme a mí mismo, me asomé a mi interior y vi.
Escrito el 20 de octubre de 1982, inspirado en mi hijo Carlos, nacido el 21 de Septiembre de 1.981.

 csl.

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