La inmortalidad.- La ciencia y la cultura modernas
difieren totalmente en su opinión sobre la vida y la muerte con los planteamientos
anteriores. No piensan en la muerte como un misterio metafísico, y desde luego
no consideran que sea el origen del sentido de la vida. Más bien, para las
personas modernas, la muerte es un problema técnico que podemos y deberíamos
resolver.
¿Cómo mueren exactamente los humanos? Los cuentos de
hadas medievales retrataban la Muerte como una figura vestida con capa y
capucha negras, y empuñando una gran guadaña.
Un hombre va viviendo, preocupado por esto y aquello,
corriendo de aquí para allá, y de repente ante él aparece la Parca, le da un golpecito en el hombro con los huesos de
un dedo y le dice:
«¡Ven!». Y el hombre implora: «¡No, por favor! ¡Espera
solo un año, un mes, un día!, siempre tenemos algo por hacer, ¡verdad!». Pero
la figura encapuchada sisea: «¡No!, ¡tienes que venir AHORA!». Y así es como
morimos.
En la realidad, sin embargo, los humanos no morimos
porque una figura enfundada en una capa negra nos dé un golpecito en el hombro
o porque Dios así lo decrete, ni tampoco porque la mortalidad sea una parte
esencial de algún gran plan cósmico. Los humanos siempre mueren debido a algún
fallo técnico. El corazón deja de bombear sangre. La arteria principal se
obtura con depósitos grasos. Células cancerosas se extienden por el hígado.
Gérmenes se multiplican en los pulmones. ¿Y qué es
responsable de todos estos problemas técnicos? Otros problemas técnicos. El
corazón deja de bombear sangre porque no llega suficiente oxígeno al músculo
cardíaco.
Las células cancerosas se extienden porque una mutación
genética aleatoria reescribió sus instrucciones. Los gérmenes se instalaron en
mis pulmones porque alguien estornudó en el metro.
No hay nada metafísico en esto. Todo son problemas
técnicos.
Planteado así, la inmortalidad parece más asequible y
menos soberbia.
Una vez más y no debidamente explicado, una modalidad de
la inmortalidad como podría ser la reencarnación hace de la tradición budista
como adecuada para los tiempos que vienen.
Para ello se plantean tres caminos - veis como va de
treses-
Ingeniería biológica, ingeniería cíborg e ingeniería de
seres no orgánicos.
-Ingeniería biológica
Preparados para que los nuevos bioingenieros actúen sobre
nuestro ADN y aceptemos o suframos sus avances. Estaremos a la altura y
desarrollaremos límites y controles para obtener las mayores garantías,
teniendo en cuenta que mínimas modificaciones en determinados genes pueden
provocar efectos absolutamente inesperados (véase la diferencia entre Homo
erectus y Homo sapiens).
-Ingeniería Ciborg
Lo mejor de cada casa. La ingeniería cíborg irá un paso
más allá y fusionará el cuerpo orgánico con dispositivos no orgánicos, como
manos biónicas, ojos artificiales, o millones de nanorrobots, que navegarán por
nuestro torrente sanguíneo, diagnosticarán problemas y repararán daños. Y otras
muchas cosas, dramáticas si nos equivocamos y negligentes si mandan los
capitalistas tecnocratas que tendrán gravado el símbolo del $,€ o bitcoin,
¿quién sabe.?.
Los mejores ojos que enfocan con tanta precisión (una
cámara en la estación Alfa lee un periódico en la tierra), que detectan y
disciernen entre tantos colores (64 millones de colores en nuestro ordenador),
detectores de sonidos, de temperaturas, de frecuencias, de lo que sea preciso.
-Ingeniería de seres no orgánicos
Después de cuatro mil millones de años de vagar dentro
del reino de los compuestos orgánicos, la vida saltará a la inmensidad del
reino inorgánico y adoptará formas que no podemos imaginar ni siquiera en
nuestros sueños más fantásticos.
Aunque algunos expertos están familiarizados con los
avances en un ámbito determinado, sea este la inteligencia artificial, la
nanotecnología, los datos masivos (big data) o la genética, nadie es un experto
en todos ellos
Algunas de las ideas aquí manifestadas pertenecen a Yuval
Noah Harari en sus publicaciones Homo Sapiens; Homo Deus.
csl.
Hay una evidente resistencia a la aceptación, sin más, de la inmortalidad y tiene que venir avalada por la consecución de la felicidad. La inmortalidad asume la eternidad y tenemos que disponer de garantías para conseguirla.
ResponderEliminarEl inconveniente de fallecer por accidente es algo que una vez se asume la inmortalidad y se garantiza su eternidad es algo a resolver. Se podría pensar en la posibilidad de hacer un backup cerebral a un soporte adecuado que preserve nuestra integridad y coherencia.
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